Mi madre
- Laura Iñigo
- 12 abr 2014
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 4 abr 2020
Llueve, como todos los días desde Abril de este año. Como todos los meses que se mueren mis seres queridos. No sé si todo es casualidad, si es ley de temporada, después de todo vivo en la ciudad que tiene 6 meses de lluvia al año. Lo que sí me queda claro es que estos días de intensa lluvia, que no para desde que amanece, ayuda a aflojar las lagrimas, la tristeza emerge y se estrella como las gotas en el pavimento. Es momento de llorar, es momento de recordar y agradecer.
Lloro a mi madre que se aferró a sus ideas y vivió su vida como quiso, esa madre que asumió sus errores pero que quizá nunca se los perdonó. Lloro a mi madre que fue cariñosa y a su manera quiso darnos lo que, como toda madre, consideraba que era lo mejor. Lloro su ausencia y celebro su generosidad y su sentido común, la recuerdo con cariño y nostalgia y me encojo de dolor al recordar que ya no la veré. Me guardo su sonrisa, sus manos y sus ojos, me quedo con sus enseñanzas y su sentido del humor. Buen viaje madre, mi madre.

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