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Lunes por la madrugada

  • Foto del escritor: Laura Iñigo
    Laura Iñigo
  • 19 ene 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 18 ene 2021

Llevo más de dos semanas encerrada, no he salido ni a la esquina. La segunda ola de contagios en México tiene a los hospitales colapsados y las redes sociales parecen un obituario eterno. No creo que esto mejore pronto, mañana abren los restaurantes, la gente sigue tomándose todo a la ligera. Las autoridades han cometido errores, aquí y en el mundo entero, ninguna decisión será la correcta para todos, nadie tendrá la razón en ninguna política. Esta pandemia es demasiado grande y la vacuna llegará, a cuenta gotas, pero llegará. No defiendo a nadie, sólo creo que hacen lo mejor que pueden, no son dioses ni súper héroes y las masas no ayudan.

En este lunes por la madrugada la sensación de desasosiego invade mi noche, no puedo dormir y mejor escribo para espantar el susto escondido que llevo en el cuerpo.

Van apareciendo recuerdos que son el arma ideal para evadir este presente tan lleno de sosobra, algunos han surgido del subconsciente hace un par de semanas pero no han dejado de ocupar una parte de mi cabeza. Hay una canción de los Abuelos de la Nada que se titula como esta entrada: "Lunes por la madrugada" y es la culpable de mi nostalgia. La redescubrí mientras veía el documental de la historia del rock latinoamericano de Santaolalla en Netflix y destapó una parte de mi memoria que tenía dormida, me remontó no sólo a una época sino a una escena precisa en mi vida hace 36 años. Que mejor que hoy lunes en la madrugada para contar la historia y para no pensar en el #COVID19.


Era una jóven de 19 años, una época de mi vida que fuí muy feliz, vivia en Baja California, trabajaba para un diario local como fotógrafa, empezaba a escribir algunos artículos y me movía en bicicleta por toda la ciudad, me escapaba a la playa cada día por lo menos un rato, no tenía mucho dinero y me sentía libre.

La canción me remonta a una noche, volvía de hacer un reportaje turístico en Loreto dentro de un autobús nocturno rumbo a La Paz, en aquel tiempo el viaje duraba unas 7 horas. Me esperaba una noche larga en un asiento incómodo, estaba segura que no dormiría nada y no por el asiento sino porque venía llena de emociones. Una noche antes había conocido a un amor que me dejó volando y con muchas mariposas en el estómago. El único recurso para acompañar tanta emoción y abatir la inpaciencia era la música mezclada en algunos casettes. Como siempre lo hacía, cargaba conmigo mi walkman y dos cintas, una para bailar, y otra tranquila y romántica. Ya pueden adivinar cuál escuché una y otra vez durante ese trayecto. La canción de los Abuelos de la Nada me quedaba como anillo al dedo y era la primera del lado B de mi cinta.


"Lunes por la madrugada Yo cierro los ojos y veo tu cara Que sonríe cómplice de amor Oh-oh-oh

Días en la carretera Yo siento aquí dentro La emoción de haber dejado lo mejor"


La segunda canción de ese lado B era "El breve espacio en que no estás" , una versión de Pablo Milanés con Silvio Rodríguez, pero "Lunes por la Madrugada" fue la canción más escuchada en este viaje y Miguel Abuelo, el cantante y líder de la banda, se convirtió en mi cómplice, él sabía por lo que estaba pasando. Pasó el tiempo y poco a poco Miguel quedó en el olvido junto con aquella noche hasta que lo vi cantando en el documental, casi me suelto a llorar, no solo porque nunca lo había visto cantando esta canción sino porque murió a los dos años de haber sacado este disco, cuando yo ya me había casado con ese amor que plantó mariposas en mi estómago una noche en Loreto.

Al ver a Miguel tan disfrazado de los 80's, maquillado y con ese look casi de travesti como muchos de los rockeros de esa época me conmovió. Frente a mi estaba un Miguel Abuelo que yo no conocía, me pareció de una fragilidad estremecedora y sentí como si hubiera encontrado a un amigo que no veía hace tiempo. Ahora ya veo el video sin la nostalgia de esa época, más bien es la pérdida de mi cómplice, me da una pena enorme pensar que ya no canta más. Siento que lo abrazo con mis ojos una y otra vez, es por esto que busqué el concierto en Youtube y descargué el video, me parece que lo he visto tantas veces como cuando escuché la canción en aquel autobus hace tantos años.

El gusto de repetir una canción y homenajear a un artista muerto me llevó a recordar a Cerati, otro genio argentino que murió joven y que me dejó una de mis canciones preferidas, "La Ciudad de la Furia". También tengo recuerdos pero son para otro momento y en otras circunstancias. Lo que me mueve es la letra que parece un presagio de lo que le pasaría a él unos años después y lo que estamos viviendo desde el 2020. Ya sé que tengo la tendencia de aplicar las canciones a ciertos momentos, sobre todo las canciones de amor. Es una vieja costumbre que no puedo evitar y me doy la libertad de hacerlas mías, aunque sea por unos minutos, según la circunstancia.


"Me verás caer Como un ave de presa Me verás caer Sobre terrazas desiertas Me desnudaré Por las calles azules Me refugiaré Antes que todos despierten"


La versión que canta con Andrea Echeverri es la más sensual y uno de los mejores duetos que hay en español, por lo menos para mi, saquen sus conclusiones.

Es posible que estas canciones no les digan nada a ustedes, para mi son importantes y forman parte de lo que fui y de lo que sigo siendo. Se las comparto para acompañar la nostalgia y el desvelo, a ver si así se salen de mi cabeza.


Buenas noches en este Lunes por la Madrugada.


"Me dejarás dormir al amanecer

Entre tus piernas

Sabrás ocultarte bien y desaparecer

Entre la niebla"







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