Cuando el viento sopla, las cigarras callan.
- Laura Iñigo
- 12 jul 2015
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 abr 2020
Estos días de descanso en Italia han sido un agasajo. Es un sueño cumplido dentro del sueño, siempre quise pasar unos días en medio de viñedos en la Toscana profunda. Levantarme al amanecer y apreciar los pocos minutos de frescor que el día nos regala, tomar vino de la región y probar su aceite de olivo.
La idea de este descanso obligado es parte de la estrategia para no cansarme de la moto y el itinerario que llevamos. Ya no sé si es la mejor estrategia porque siento que voy a extrañar estos días de descanso sin horas y sin planes.
Hoy decidimos quedarnos en la casa rural, quizá no es la mejor opción para el anfitrión que siempre prefiere no tener huéspedes en el día según las reglas de la casa, solo te dan de desayunar y te permiten usar la cocina en la noche para preparar alguna cena. Normalmente la gente llega a este lugar para dormir, desayunar y salir a recorrer pueblos o hacer alguna actividad específica. Imagino que muy pocos optan por quedarse como lo decidimos nosotros.

©Pilar Ferragut
Carlo nos pasó el tip más importante del día, las hamacas colgadas debajo de los cipreses toscanos a un costado de la casa, el lugar más fresco entre las 12 y las 6 de la tarde.

Gracias a las hamacas o por culpa de ellas, pasamos el día leyendo, pensando, dormitando y solo interrumpimos estos momentos para ir por vino o para traer salami, queso y pan que fue nuestra comida del día.
Entre línea y línea se me cerraban los ojos ante el canto de las cigarras que era muy ruidoso pero al mismo tiempo meditativo, uniforme, de esos ruidos que no molestan. Si no eres personaje de algún cuento de los hermanos Grimm, los ruidos del bosque no te asustan. Me despertaba cuando el viento soplaba y las cigarras callaban, salía de mi estupor y continuaba mi lectura, me parece que no pasé de la página 15 de este libro tan de acuerdo a las circunstancias que atinó en reglarme Alain Paul.

©Pilar Ferragut
El canto de las cigarras es arrullador pero nunca me había percatado en la sintonía que tienen con el viento. Ese viento tan deseado en estos días que hemos alcanzado los 37 grados. Me pregunto si las cigarras interrumpen su canto para disfrutar del viento como lo hago yo.

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