Lo que he perdido, lista para el análisis
- Laura Iñigo
- 30 jul 2015
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 abr 2020
Hoy pasé 10 horas en la moto por puro gusto, de eso se trata ¿no?. Como he comentado en otros momentos, la moto te da mucho tiempo para pensar y ya llevo días acordándome de algunas pérdidas que he tenido durante este viaje así que me puse a hacer una lista mental mientras pasaba por pueblos alemanes en medio de la Pomerania Occidental.
-Un arete/pendiente. Creo que fue en en el camino a Venecia pero nunca se sabe, eso de insistir en el toque femenino ma ha costado varios aretes/pendientes. Ahora solo traigo uno, a ver si dura.
- El sueño. Desde antes de empezar este viaje duermo poco, no sé si es la excitación del viaje o las nuevas enzimas que me estoy tomando.
- La paciencia. Como siempre, ya me conocen. Si ya saben cómo soy para que me sacan a pasear.
- La compostura. A veces me sale el diablo y no hay quién me aguante. Intento contenerme, se los juro por esta ✚.
-La tolerancia. Es que hay momentos...
- El tiempo. En realidad no lo pierdo, lo dejo pasar.
- Dos pares de gafas para leer. Una mujer de mi edad sin lentes ya es una inválida total. Las últimas salieron volando de mi impermeable por olvidarme de cerrarlo y anduve un par de noches leyendo y escribiendo con unas gafas oscuras que también son para leer, me veían así como raro.
- La ubicación. A causa del google maps no sé muy bien dónde ando. A veces no ubico en el mapa ni por dónde estuve, sobre todo los caminos truculentos y pequeños que elige esta aplicación.
- La vergüenza. Siempre he tenido este sentimiento de inseguridad de que lean lo que escribo, lo he hecho por mucho tiempo pero solo para mí, es la primera vez que comparto lo que escribo pero no la he perdido del todo, todavía siento harta cada vez que publico algo.
- El calendario. Como es normal en vacaciones, no sé qué día es hoy ni fue ayer ni la semana pasada. A veces tengo que abrir el calendario para saber si es lunes o jueves.
- Unos mililitros de gasolina. Tengo la maldita costumbre de apretar muy fuerte el gatillo de la manguera de la gasolina y van varias veces que salpico toda la moto con chorritos que brincan como si fuera una fuente. He pasado por varias vergüenzas con estos brotes y por supuesto mi ropa huele a gasolina. Que bueno que ya no fumo.
-La comodidad. No es lo mismo llegar a tu casa, a tu cama, con tu café y con tu lavadora a llegar a hoteles con camas que a veces son suaves e incómodas, con tus sobres de nescafé si tienes suerte y a lavar a mano en el lavabo del baño. Por lo menos llego a hotel y no a acampar como hacen muchos moteros.
Lo que no he perdido, nomás no hay manera, es peso. Como dicen por ahí ¡Chiaaale!

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