Hamburgo
- Laura Iñigo
- 31 jul 2015
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 abr 2020
Ya conocía Hamburgo y no me había impresionado. Pasé por ahí con Jordi hace muchos años y nos quedamos una noche, a él le gustaban mucho los puertos y tomamos un tour por ese puerto enorme que, caso curioso, es de los más grandes de Europa y se encuentra a 107 kilómetros del mar. El río Elba que desemboca en el mar del norte es el camino de todos los barcos que salen y entran a este puerto. De lo único que me acuerdo de ese viaje es del puerto y de Sankt Pauli, la zona roja de Hamburgo que está al lado del puerto. Lo que más me impresionó esa vez es que había una calle con una valla en donde dejaban muy claro que las mujeres tenían prohibida la entrada.
Como bien dicen, cada viaje es diferente, aunque conozcas una ciudad y la visites 20 veces siempre disfrutarás otro rincón, tendrás diferentes planes, comerás en diferentes sitios y será siempre un descubrimiento. Esta vez, disfruté la ciudad desde otra perspectiva y como es una ciudad desconocida para Pilar y teníamos poco tiempo, decidimos tomar el camión del tour para ver lo más importante en una mañana.

La ciudad me sorprendió en muchos aspectos, los ricos de Hamburgo tienen unas casas espectaculares al lado del lago, no falta el naco que se le nota que es nuevo rico y presume de su éxito pero en general todos son discretos y se les nota el buen gusto en sus residencias, su manera de vestir, su caminar.
En contraste, hay mucha gente viviendo en la calle, muchos hombres alcoholizados a todas horas durmiendo en las banquetas, la estación principal de tren está repleta de estos hombres que viven ahí, lo pude comprobar porque pasé por esa estación muchas veces y a diferentes horas del día y de la noche.
Hay zonas muy sucias que te hacen olvidar que estás en un país de arden como lo es Alemania.
La ciudad esta repleta de restaurantes portugueses. Hay uno en cada esquina desde el puerto hasta Sankt Georg que era donde estaba el hotel.
Descubrí la salchicha con curry y me encantó, no se como no la había comido antes.
Como el primero de agosto es el desfile del Orgullo Gay, toda la ciudad está llena de banderas de arco iris. Incluso el Rathaus (la alcaldía) y varios edificios oficiales gubernamentales tienen la bandera colgada. Bienvenidos al primer mundo incluyente, equitativo y tolerante. Antes de que me brinquen, tengo claro que no todos los alemanes son así pero una bandera gay colgada en la alcaldía dice mucho.

Regresaremos a Hamburgo por una noche para que Pilar tome su vuelo de vuelta a Barcelona y yo siga mi ruta hacia quien sabe donde ¿No es genial no saber? Tengo una idea pero tengo la libertad de cambiar. Por lo pronto vamos a Suecia y Dinamarca.
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