Arropada en Versalles
- Laura Iñigo
- 17 ago 2015
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 4 abr 2020
Llegar a Versalles y que te reciban con un baño de tina y una botella de Châteauneuf-du-Pape es para sentirse como una reina, espero no terminar en la guillotina al final del viaje. Así me recibieron mi hermana y su marido después de 5 horas de viaje que me parecieron eternas, quizá por la espectativa de ver a mi hermana, no lo se.


Lorena y Patrick han sido unos anfitriones espléndidos, me abrieron su casa, me ofrecieron comida casera y me dieron de beber, lavé ropa, casi beso a la lavadora tan efusivamente como a la familia, y además me acompañaron a hacer algunos trámites urgentes. Desafortunadamente ellos salieron de viaje a los dos días pero me ofrecieron su casa para que descansara el tiempo que quisiera, un gesto por el que estoy muy agradecida y conmovida. Estos días han sido fundamentales para recuperar fuerzas y seguir mi viaje, ponerme al día con el blog, trabajar y pensar.
Llevo más de 5,000 kilómetros recorridos y era urgente cambiar el aceite de la moto, se me ocurrió hacerlo aquí porque sabía que si tenía algún inconveniente lo podía resolver con el apoyo de la familia, y así fue, había buscado un taller de BMW cerca de Versalles pero como es verano no estaban disponibles hasta dentro de una semana así que mi cuñado me consiguió otro sitio en donde me lo cambiaron en una hora y media. Él me ayudó con la gestión y me acompañó, inclusó logró que me arreglaran el soporte de mi teléfono que se había roto en Eslovaquia.
En las escasas horas que estuvimos juntos, además de la gestión de la moto, mi hermana preparó comida deliciosa, me dió aceites curativos para mis articulaciones y lactobasilos para la flora intestinal, me enseñó las tiendas para comprar lo necesario y me pasó varios tips para moverme por Versalles. Estoy consciente que me hubiera puesto agujas porque es acupunturista pero sabe que no puedo con tanto tratamiento y se mantuvo al márgen. Le agradezco mucho el que me cuide y me quiera sanar siempre pero no tanto porque me agobio y termino por salir corriendo.
Lorena fuera de su consultorio

Lorena y Patrick dentro de su consultorio

Una vez que se fueron se comunicaron cada día conmigo para saber si estaba bien o si necesitaba algo, igual solo hablaban para asegurarse que no había incendiado su casa, de todas formas a mi me hicieron sentir arropada y cuidada, fueron unos anfitriones excelentes incluso a la distancia.
Versalles es una ciudad a 20 kilómetros de Paris que se fue haciendo a partir de la construcción de su famoso palacio construido bajo las órdenes del Rey Luis XIV quien trasladó a la corte a este lugar.
El Palacio de Versalles


Después de casi cuatro siglos, Versalles mantiene la suntuosidad de su palacio y la ciudad es ahora, según algunas fuentes, un suburbio elegante a las afueras de París.
Una de sus avenidas

Una de sus calles

Un colegio

Como ya se sabe, Francia es un país predominantemente católico y Versalles está lleno de iglesias y de católicos muy creyentes, yo diría que rayan en lo ortodoxo, sus habitantes son muy franceses, muy burgueses y muy creyentes, se nota después de caminar unos minutos por su ciudad.
Un cura en el mercado

Después de unos días en el encierro absoluto como si estuviera en un retiro espiritual, en la contemplación y sin hablar con nadie, salí a darme una vuelta a Paris. Es dificil estar a 15 minutos de una de las ciudades más bellas del mundo y no ir a visitarla por lo menos por un rato.
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