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El Ganges francés

  • Foto del escritor: Laura Iñigo
    Laura Iñigo
  • 25 ago 2015
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 4 abr 2020


Con la novedad del foco prendido y el no poder hacer nada hasta la siguiente semana, accedí a la invitación de mi hermana y mi cuñado para alcanzarlos unos días en su vacación. A todos nos supo poco la convivencia en Versalles así que me lancé al sur de Francia sin moto, Pilar tuvo las agallas de encontrarme en Montpellier para acompañarme a pasar unos días familiares intensos.

Conseguí un billete desde París en el TGV muy barato y en primera al mismo precio que en segunda. ¿Quién dice no a estas ofertas? Mi viaje fue tranquilo y el día nublado fue ideal para ver una película desde la comodidad de mi asiento, elegí el documental de Vivian Maier, hacía tiempo que quería verlo y me urgía borrar archivos grandes de la computadora para meter más videos de la moto. Los invito a conocer la historia de esta mujer, una niñera que se dedicó a tomar unas fotos maravillosas y nunca se las enseño a nadie hasta que un chico encontró sus fotos cuando Vivian ya había muerto, la historia vale mucho la pena, ella es todo un personaje. El documental duró el tiempo suficiente como para poder admirar los pueblos del sur que siempre tienen más encanto.

Llegué a Montpellier y ya estaba Pilar esperándome con toda la información pertinente a mano así que tomamos el tranvía para ir a la estación de autobuses, cuando llegamos nos dimos cuenta que el próximo no salía hasta dentro de dos horas así que nos regresamos al centro de Montpellier a tomar una cerveza y ver a la gente pasar, nos divertimos mucho viendo al personal tan variado. Las dos horas se nos pasaron volando.

Tomamos el camión a Ganges, si, hay un pueblo en Francia que se llama igual que el río sagrado de la India. Este pueblo era nuestro destino según las indicaciones de mi hermana. El viaje en camión es de una hora y media aproximadamente pero a mi me pareció eterno, tengo las piernas muy largas para la distancia estrecha que hay entre los asientos y eso me impide ir cómodamente sentada, mis rodillas pegan constantemente con el asiento de adelante y molesto a quien va a mi lado al tratar de mejorar mi postura, para acompañar esta tortura tuvimos la suerte de que nos tocara un niño de un añito que lloró la mitad del camino. ¿Cómo no voy a extrañar mi moto y a odiar un poco el transporte público?

Ganges resultó ser uno de esos pueblos donde encuentras de todo, una especie de cabecera municipal que funciona como proveedor para los diminutos publecillos cercanos que acompañan el río Herault que nace en las montañas de Las Cevenas y desemboca en el Mediterráneo. Esta región llamada Languedoc-Rosellón también produce vino, me pregunto qué región no produce vino, en cada esquina del país te encuentras con unos viñedos.

Esta zona del Herrault es muy popular en verano, los franceses tienen casas de vacaciones o las rentan para disfrutar del río y de sus paisajes. Se ve que la región hace su agosto en verano con la renta de kayaks porque hay muchos negocios a lo largo del río. Nosotros ayudamos al comercio local y terminamos subidos en los kayaks recorriendo 8 kilómetros río abajo. Al final del recorrido nos dimos cuenta que con 7 kilómetros hubiera sido perfecto, el último kilómetro lo remamos con la lengua de fuera desesperados por bajarnos, también nos congratulamos de tomar kayaks individuales y no por parejas ya que seguro terminaríamos hablando de una separación al kilómetro 4 0 5, un decisión muy sabia.

Mi hermana y su marido nos consiguieron un hotel muy mono pegado al río y muy cerca de Ganges, así pudimos disfrutar del río y del pueblo sin necesidad de un coche.

Fuimos al mercado que se pone los viernes en el centro, compramos verduras, aceitunas, ajos, fuet y quesos. Comimos un par de veces en la casita de mi hermana y mi cuñado que resulto ser un petit chalet muy agradable.

También hicimos un picnic junto un lago despues de pasar por un pueblo medieval que se llama Saint-Guilhem-le-Désert y soñamos con comprar una casa y poner un restaurante durante los veranos unicamente.

Una noche fuimos a cenar a un restaurante de pescado bastante bueno y tuvimos una noche muy agradable con una muy buena botella de vino blanco. La última noche fuimos a cenar trucha recién pescada esa tarde en el río.

Después de 3 agitados días Pilar y yo nos regresamos en tren a Paris, esta vez en segunda clase y con niños llorando todo el camino, insisto en que la mejor manera de viajar es en tu propio vehículo. A pesar de lo que amo viajar en tren atinamos en salir el domingo que todo mundo regresaba a Paris. Tuvimos eso si, la suerte de salir justo antes de que cayera la peor tormenta del verano que arroyó a dos personas y las mató cerca de Montpellier. Nuestro tren fue el último en salir antes de que cancelaran todas las salidas y las llegadas, nos salvamos por los pelos.

Y hablando de pelos, les cuento que rentamos un depto en Airbnb para nuestra llegada a Versalles. Resultó estar lleno de pelos de gato y no muy limpio de acuerdo a las manías que tenemos, nos salimos a la media hora, es la segunda vez que nos pasa esto. Es el riesgo de Airbnb, lo bueno es que si reclamas dentro de las primeras 24 horas la empresa te devuelve todo el dinero y además nos regalaron un vale por 100 dólares que ya aplicaremos más adelante. Hemos utilizado a Airbnb mucho y lo seguiremos usando, digamos que nuestra experiencia negativa hasta ahora es de un 5% aproximadamente.

Nos fuimos a un hotel a pasos del Palacio de Versalles y cerca de casa de mi hermana para ir por la moto y llevarla al taller al día siguiente, por fin tendría un daignostico sobre los focos rojos encendidos.

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