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Intolerancia

  • Foto del escritor: Laura Iñigo
    Laura Iñigo
  • 15 nov 2015
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 4 abr 2020


La primera palabra en la que pienso a partir de los ataques terroristas perpetrados en los últimos días en Paris y en Beirut, es intolerancia.

Esta actitud que nos ha regalado guerras, odios, muerte, injusticias y podredumbre la encuentras en todos lados y desde hace miles de años, se manifiesta en muchas partes del mundo y de diferentes formas, y no, no podemos pensar que solo en el medio oriente hay intolerancia, la tenemos en la calle, en la escuela, en facebook, en twitter y cualquier otra red social, incluso en la casa y con la familia.

Siempre habrá alguien que defenderá su verdad e intentará imponerla como la verdad de todos a pesar de la inminente diferencia en creencias y costumbres, algunos tratarán de convencerte durante horas en la sobremesa de una comida, otros te acusarán de anormal y te insultarán o te golpearán, los más intolerantes simplemente dispararán en un café o en un teatro sin siquiera saber lo que piensas.

© Pilar Ferragut

Dicen que si se habla de religión, de política o de futbol se termina en pleito, así de apasionado es el ser humano, sin embargo pienso que sí es posible hablar de estos temas sin olvidar el respeto, si uno no expone sus tesis y sus creencias en algún tema y acepta las críticas se está negando la posibilidad de crecer, de aprender y de reconocer otros puntos de vista y seguirá pensando que su verdad es la única posible. Se dice fácil porque hay factores que se anteponen como la pasión y el impulso a defender con todo nuestras ideas, pero con esa misma pasión deberíamos acordarnos del respeto tal como nos lo dijo Benito Juárez.

Las creencias, preferencias y hasta los gustos son diferentes en cada persona, cuando no se entienden ni se respetan estas diferencias llegamos rápidamente a la intolerancia. La diferencia en temas religiosos, políticos o futboleros ha causado miles de víctimas, pero la que gana por mucho es la religión. Como muestra un botón y ahí tenemos la historía misma escrita y fundamentada en hechos y vivencias, que también pueden interpretarse, y habrá quien justifique algunos de estos hechos atroces que se han cometido en el mundo en el nombre de dios.

¿Qué diferencia hay en la interpretación de los libros sagrados cuando el resultado es el mismo? Una intolerancia que provoca víctimas.

Los autores de las historias contadas en las llamadas sagradas escrituras, ya sea la Biblia, el Corán, la Torá, las cuatro Vedas, la Sutta-pitaka o cualquier otro libro sagrado, fueron humanos y cada uno interpretó sus sueños, indicaciones y revelaciones como se lo dictó su conciencia, su espíritu, su imaginación, su maestro o su dios. Cada una de estas escrituras es única y se interpretan por individuos únicos que pueden o no compartir esas creencias. La interpretación de quien escribe y de quien lee puede ser tan variada y distinta como la infinidad de estrellas que el universo nos puede ofrecer. La interpretación que los lectores le han querido dar a esos libros ha ido cambiando o se ha estancado a través de los tiempos, al final todo se resume a la interpretación y la historia nos demuestra que cada ser humano interpreta como mejor le acomoda lo que lee, lo que aprende y lo que vive.

La desigualdad en la interpretación existe y hay gente que no acepta ideas o creencias diferentes a su "verdad", aquí nace la intolerancia.

Gracias a la intolerancia hay víctimas de todo tipo, se empieza en casa, pasa por la escuela, lo que ahora llamamos bullying, se lleva a la calle y algunas veces hasta se legisla. La diferencia siempre existirá porque, menos mal, todos somos diferentes y podemos elegir en qué creer y en qué no creer, qué sentir y cómo sentirlo, el respeto a la diversidad nos hace más libres, nos quita miedos y nos permite crecer. Los extremistas limitan su visión y se encierran en un mundo muy pequeñito en donde solo cabe su verdad y en algunos casos estos extremos llevan a la violencia.

Pero no nos engañemos, la intolerancia está presente siempre y en los detalles mínimos, sobre todo cuando hay ignorancia. Decía Miguel de Unamuno: "El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando". Hay que leer y hay que viajar para darnos cuenta que la diversidad está en todos lados y se manifiesta en mil maneras.

Los ataques terroristas son una muestra abominable de intolerancia, pero también lo son el privar de la libertad a una persona porque piensa diferente, o el limitar los derechos a alguien porque tiene preferencias diferentes. ¿Qué más nos da que la gente llore a las víctimas de Paris y no a las víctimas de Ayotzinapa? ¿En qué afecta que alguien vaya a misa todos los domingos o que rece 5 veces al día en dirección a la Meca? ¿En qué nos daña que una mujer lleve una burka si así lo quiere? ¿Porqué no permitir que una persona se una a otra, ya sean homosexuales o heterosexuales, y saquen de la pobreza y de la violencia a un niño ofreciéndole amor y educación? Siempre se puede defender nuestra postura con argumentos congruentes y quizá habrá alguien que se una a la causa después de escucharlos pero no se pueden imponer creencias ni obligar a nadie en creer en una verdad, llámese dios, candidato o delantero.

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