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Favor de no confundir

  • Foto del escritor: Laura Iñigo
    Laura Iñigo
  • 16 feb 2016
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 4 abr 2020


Hay una línea muy delgada entre una visita oficial y una visita de un líder religioso, sobre todo en un país como México que es un Estado Laico lleno de creyentes que tiene la desgracia de tener un Presidente católico y corrupto.

En estos días he visto a mi ciudad envuelta en un caos, con cierres de calles y de estaciones del metro y metrobus, la gente tiene que caminar mucho para llegar a sus trabajos, unos tienen que salir antes y buscar vías alternas, otros tienen que ver como le hacen para pedirle a los policías que los dejen pasar. En una ciudad de millones de habitantes que se mueve en transporte público hay muchos, más de los que se imaginan, que no son católicos y no tienen interés en ver al Papa.

Hay mucha emoción y también muchos reclamos, los activistas gays piden el reconocimiento del Papa a las familias no tradicionales, también hay algunas manifestaciones de feministas que se encueran por las calles en oposición a esta visita. Ante tal fervor de un lado y del otro no me queda más que sentirme mareada. Nunca he entendido porqué luchar tanto para que el Papa reconozca la homosexualidad cuando la Iglesia la ha negado por siglos y, ojo, negar no quiere decir que el clero no lo haya practicado como se ha demostrado. No entiendo porque las feministas se quejan de que el Santo Padre las perdone por abortar. No critico que se manifiesten como no critico que los católicos manifiesten su devoción, cada quien reza en su capilla, lo único que digo es que yo no necesito la aprobación o perdón de nadie para hacer con mi cuerpo y mi vida lo que quiera, y por favor no confundan este derecho con un crímen.

Ya que hablamos de derechos, me pregunto con qué derecho la Ciudad de México se gasta el dinero de mis impuestos en otra cosa que no sea ofrecerme servicios públicos y con ello me refiero a salud, seguridad, calles pavimentadas, luz, agua potable, etc. Es verdad que esta visita la han pagado muchos empresarios con su dinero, cada quien gasta su fortuna como quiere pero ¿Cuánto ha gastado la ciudad en la seguridad pública? ¿Cuánto se ha perdido en el cierre de locales? ¿Cuánto dinero extra ha tenido que gastar el ciudadano de a pié para llegar a su trabajo o a su casa? Y en esta realidad, los que están gastando más son los que menos tienen. Si, hablo de los que viven al día y el pagar 10 pesos más de pasaje hace una diferencia enorme en su economía.

Las calles han sufrido transformaciones, se taparon los baches y pintaron indicaciones y cruces de peatones. Me dicen que debo alegrarme, -"Por lo menos lo hicieron, sin la visita del Papa no lo hubieran hecho"-. Me niego a aceptar este conformismo, esas calles y todas las de la ciudad deberían de estar sin baches y pintadas siempre, no cuando viene una visita, para eso pagamos impuestos.

El Papa, que por cierto hasta me parece simpático, más que los dos anteriores, llega a México y lo recibe la Oligarquía Mexicana en su esplendor, detrás de cada personaje que le dio la mano, hay una historia de corrupción, de injusticia y de traición al pueblo mexicano. Les pido que me mencionen alguno que no tenga piedra para tirar como bien dice la Biblia. Junto con los bailes regionales y los cantantes como Cristian Castro, Lucero y Pedrito Fernandez, se despliega también la doble moral de este pobre país.

A partir de su arribo, todos los medios de comunicación y las redes sociales se llenan de información de todo tipo. Los medios dicen y enseñan lo que quieren, las redes sociales no pueden tapar lo que piensa la gente, incluyo a los funcionarios y gobernadores que no pueden evitar presumir su cercanía al Papa que no sabe ni quienes son. Hay una confusión en todos los niveles, por un lado la clase política que viaja a otros estados como invitados especiales, por el otro los ciudadanos que quieren dejar de trabajar para ir a ver a su líder. A mi no me sorprende el fervor del ciudadano, vivo en un país muy católico, pero sí me sorprende ver a tanto político que deja de hacer su trabajo para tomarse un selfie con el Papa a muchos metros de distancia.

He manifestado mi inconformismo ante esta visita con tanto despliegue de....todo y la gente me reclama mi falta de respeto a su Fe. Yo les pido que no confundan. Yo no critico ni me meto con la Fe de cada quien pero sí me meto con la doble moral de este gobierno que roba y oprime a su pueblo y luego comulga en la Catedral, también con la doble moral de muchos ciudadanos que se quejan con el cierre de calles por manifestaciones sin ver que es la única arma que tienen para ser escuchados, pero no se quejan del cierre de calles con el Papa porque es el Papa. No entiendo cómo funciona la ayuda a los pobres y necesitados cuando va de la mano de una ceguera ante la injusticia y la opresión.

El Papa pide perdón a los indigenas en Chiapas pero no se reúne con los padres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa o con las víctimas de los sacerdotes pederastas que han solicitado verlo. Vuelve a aparecer la línea delgada que divide a esta visita y que no va a cambiar a México. Este señor no va a hacer milagros por el país, y a pesar de que se acerque a los indigenas y a los pobres y que intente despreciar a los ricos y poderosos que siempre terminan escurriéndose en las primeras filas, porque el Papa no puede controlar todo, no va a pasar nada, nada va a cambiar.

¿Alguien de verdad cree que los corruptos se sienten aludidos cuando el Papa habla de corrupción? México es víctima de la doble moral y del conformismo de sus ciudadanos, defender lo indefendible diciendo -"Así es este país"- no me reconforta para nada.

Les pido que no se confundan porque es muy fácil perder de vista esa línea tan delgada que divide lo decente de lo indecente.

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