Tánger
- Laura Iñigo
- 12 dic 2016
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 4 abr 2020
Amanece en Tánger, contemplo la playa llena de bruma y en este último día me asombro de estar en Marruecos. La decisión de venir aquí fue muy rápida, todo a causa de un trámite migratorio que debía cumplir. No esperaba estar en España por estas fechas pero como poco a poco voy soltando la agenda y me someto a la libertad de lo que la vida me presenta, estoy, sin pensarlo mucho, empezando el último mes del año en el continente Africano.

Tánger es una ciudad cosmopolita y dura, después de todo es un puerto. Tiene esa personalidad de marino con la cara ajada de tanto sol, las manos callosas de jalar cuerdas y el cigarrillo en la comisura de la boca con un mundo encima de experiencias.
Hay muchos edificios en ruinas que se mantienen de pie por alguna razón, es la memoria de lo que Tánger fue en las décadas de los 40's y 50's del siglo pasado. En esa época llegaron todo tipo de artistas y celebridades a gozar de las excentricidades que la ciudad ofrecía, entre ellas la apertura sexual y el consumo permisible de drogas. Aquí vivieron Paul y Jane Bowles con todo y su bisexualidad compartida; llegaron varios integrantes de la generación Beat como William Burroughs, Jack Kerouac y Allen Ginsberg; otros escritores como Tennessee Williams y Jean Genet y pintores como Francis Bacon y Henri Matisse quien llegó mucho antes que todos los nombrados.
Hay zonas que me recuerdan a La Habana, el paseo marítimo con sus edificios dejados a los caprichos del mar y el tiempo o el hotel Continental con historias similares al Nacional. Las diferencias también se notan, aquí muchos llevan chilabas (túnicas árabes) y hiyabs (velo islámico). Pero no se confundan, Tánger puede ser la ciudad más occidental en cuestiones de moda. Los hombres, sobre todo los jóvenes, visten pants como si fuera un uniforme. Todos llevan sus combinados acompañados de tennis o chanclas con calcetines. La mayoría tienen una aire de Cristiano Ronaldo en potencia pero con más clase (me cae en las muelas Cristiano y qué). Aquí la población se divide entre el Real Madrid y el Barcelona. Por supuesto el fútbol es para hombres y cuando juegan alguno de los dos equipos los bares, las tiendas, las misceláneas y demás comercios se paralizan y todos miran a las pantallas. Las mujeres son más variadas en su vestir, algunas llevan el hiyab, otras van con el pelo suelto, eso si, todas visten sacos, chamarras o túnicas largas que cubren sus "partes" para no despertar tentaciones. Las más tapadas son casi siempre las mujeres mayores aunque no hay una homogeneidad generacional muy marcada.
Marruecos también me recuerda a México. Aquí se puede apreciar el caos del escaso servicio público de transporte. Los comercios son similares, te encuentras vulcanizadoras o locales que venden materiales para la construcción igualitos a los de México, las misceláneas, que se van perdiendo por culpa de los Oxxo, dan hasta nostalgia y los puestos callejeros así como los días de mercado te llevan inevitablemente a algún pueblo mexicano.
En esta ciudad se mantienen algunas "malas costumbres" como el beber alcohol. Me da la impresión de que las bebidas embriagantes son más para los turistas que para los locales. Lo que sí creo que se consume bastante es el hash, es muy fácil toparse con el clásico cambio de chocolate por dinero, en un día nos topamos con más de tres en diferentes barrios de la ciudad, no importa de que nivel sean, la gente consume y trapichea con el hashish.
Todos los marroquíes son guías de turistas en cuanto bajas la guardia, esto lo aprendí en un viaje anterior cuando paseábamos por Fez y Marrakesh, Tánger no es diferente. En cuanto sacas el móvil o el mapa para ver si vas en la dirección correcta, aparecerá un joven dispuesto a ayudarte. También los hay menos amables que hacen como que tropiezan contigo y te sacan el teléfono del bolsillo, esto lo viví en carne propia y desde entonces mis fotos, mi vida en general, ha bajado de calidad. Si, soy una co-dependiente de mi teléfono. Hola soy Laura y soy cel-adicta. Regresando al tema de los guías, mi recomendación es ignorar a todos los que se te acercan a ofrecerte algo, son muy insistentes y a la primera que te descuidas estarás siguiendo a uno a la tienda de su "primo" o "tío", en donde te ofrecerán té de menta y te enseñarán todo tipo de telas y alfombras.
Volamos desde Barcelona con una sobrina y su novio. Tamara y Saíd son dos jóvenes encantadores, que van a una boda cerca de Marrakesh. La casualidad nos llevó a tomar el mismo avión, así que ya en Tánger compartimos una tarde y un día. Siempre es bonito llenarte de ese aire de la divina juventud y más cuando los jóvenes son listillos y de buen corazón.

Con ellos nos fuimos a hacer un tour fuera de la ciudad. Algunos pensarán que es una tontería tomar un guía como lo hicimos nosotros, otros los prefieren para sentirse más seguros. La decisión es de cada quien. Nosotros no teníamos mucha información de Tánger y al final con las prisas nos decidimos por un guía con chofer que pasó al hotel a recogernos, nos costó 25 euros por persona y creo que nos hubiéramos podido ahorrar algunas visitas, sobre todo al final del día, ya les contaré porqué. El tour comenzó saliendo de la ciudad vía el barrio ricos de Tánger, aquí se aprecia de nuevo las similitudes con México, la diferencia de clases es apabullante, el rico es muy rico y el pobre es muy pobre. Pasamos frente al Palacio Real que está rodeado de jardines y varias murallas, no se puede ver mucho hacia el interior, sus vecinos son palacetes de lujo y de diferentes tamaños. El guía nos comentó que los dueños son jeques de Arabia Saudita o funcionarios del Gobierno Marroquí así como comerciantes y empresarios de alto nivel.
Pasando el barrio rico, tomamos carretera hacia el Cabo Spartel, el lugar donde se juntan el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, aquí hay un faro construido en 1864 que dicen que ilumina 23 millas náuticas, debe de ser mucho para que lo mencionen (el que sepa de mar que me lo explique). Aquí el guía, como buen guía que se lleva su comisión, nos "sugirió" muy a su manera, que tomáramos un té de menta en el restaurante junto con una crepa. Tomamos unas fotos del Faro y el té sin crepa por no dejar.

A unos 5 kilómetros están las Cuevas de Hércules que son una combinación de fenómeno natural con la intervención de la mano del hombre. Se dice que los fenicios las crearon para sacar piedras de molino. Con la ayuda de la erosión del agua y el viento ahora podemos apreciar estas cuevas llamadas así porque dicen que Hércules descansó en ellas antes de terminar la undécima tarea de recolectar manzanas doradas del jardín de Hespérides.

Continuamos nuestro viaje a Asilah, una ciudad amurallada por los portugueses muy cuidada, pintada de blanco con azul desafiando al mar con una sutileza que embriaga. Parece que en verano no se puede ni caminar pero estos días el lugar es pacífico y silencioso, a lo lejos solo se escuchan los gritos de los jóvenes jugando una cascarita en la playa. La ciudad es visitada y habitada por artistas plásticos, algunos con galerías y otros que usan las paredes de sus casas aunque predomina la limpieza del blanco y el azul añil. Al final de la Medina se encuentra el mirador que, además de ser el lugar ideal para ver una puesta de sol, es el sitio para tomar la foto de postal de la ciudad limpia y discreta mirando al mar.
De regreso Abdel nuestro guía nos llevó por la Medina de Tánger, prácticamente nos arrastró a un restaurante a comer después de llevarnos a varias tiendas de alfombras y de aceites de Argán. Esto es lo que nos habíamos podido ahorrar del tour, no es necesario visitar tiendas y comer donde te dice el guía, pero tienen una habilidad impresionante para irte llevando sin que te enteres. El restaurante es un lugar decorado al estilo clásico marroquí con comida típica que no estuvo mal pero que para mi gusto maneja precios de turista. Entre la comida típica había tajine (estofado de pollo o cordero con verduras y curry), cuscus (sémola de trigo acompañado de carne, pollo o pescado), y bastela (hojaldre con pollo, carne o pescado, una combinación de dulce con salado). Al final del día terminamos siendo los típicos turistas cautivos en manos de Abdel, el guía amable al que se le nota la experiencia de bailar turistas por Tanger sin que te importe. La ventaja de viajar con él es que te lleva en una camioneta cómoda con chofer. Siempre existen otras opciones como acordar una tarifa con un taxi para que los lleve a los mismos lugares y regresarlos o tomar un taxi de ida que pase por el Cabo y las Gargantas y los deje en Asilah y tomar uno de regreso al salir de la Medina. A los que prefieran el guía, aquí les dejo su sitio en Facebook y en Trip Advisor porque si se deciden por un guía por lo menos que sea uno con experiencia y conocimiento. La pasamos muy bien y el tour siempre fue muy diferente gracias al disfrute de los jóvenes acompañantes. Espero que en algún otro momento volvamos a coincidir con Said y Tamara.
A pesar de la tradición libertina de Tánger por haber sido una zona franca en donde había de todo, no me deja de sorprender la cultura en donde los cafés se llenan de hombres e inhiben a las mujeres a sentarse, no porque lo digan sino porque no ves a ninguna hacerlo, especialmente en la Medina. Todos los comercios son manejados por hombres, si vas al mercado de pescado no verás una mujer en los puestos.

La sociedad está muy dividida y mientras las mujeres se reúnen detrás de las paredes protectoras de sus casa, los hombres salen a cafés, tanto el Zoco grande como el chico tiene cafés con hombres sentados en las terrazas y si ves alguna mujer normalmente es extranjera. Los hombres se reúnen solos y no dejan de tocarse constantemente, se abrazan y se besan, hablan muy cerca uno de otro, esos si, todo sin mariconadas como dicen por ahí. En contraste, no voltean a ver una sola mujer que no sea la suya. Por otro lado, en la zona moderna donde hay restaurantes que te sirven cervezas y en el bar de nuestro hotel donde bajamos cada noche a tomarnos uno o dos gins/vodkas, había mujeres sin hiyabs, con ropa moderna, maquilladas, fumando y bebiendo. Incluso me atrevo a prejuzgar y decir que hubo un par de mujeres de "cascos ligeros" que sabían a lo que iban, todo por su vestimenta....cada ves me parezco más a mi abuela, que horror.
Fuera de la Medina la ciudad tiene sus diferentes barrios, el Español, el Frances, el Americano y el Inglés entre otros, todos muy cerca del centro y cada uno con su propio encanto. En ellos se encuentran algunos restaurantes buenos que son muy mencionados en cualquier sitio de internet. Nosotros tuvimos la mala suerte de no llegar a un italiano muy recomendado llamado Anna e Paolo, todo por culpa del robo de mi teléfono. Terminamos comiendo en una cafetería cerca de nuestro hotel que me recordó a un Vips. Y aprovechando el tema de comida, si quieren comer mariscos uno de los mejores es el Tangerino que sí probamos. Por cierto, no se les ocurra ir al Cafe Hafa a comer, a pesar de su nombre y la leyenda de ser el lugar preferido de los Rolling Stones, no van a encontrar nada de comer ni se les va a antojar sentarse si son de mi edad, está lleno de jóvenes tomando té, fumando hash y ligando, el lugar es muy sucio y parece un botellón o kermes de barrio.

Este viaje, como casi todos, me llenó de información interesante, me instó a leer "El pan a secas" de Mohammed Chukri, me sacó varias manchas (¿mas?) en la cara a pesar de usar la crema de rosa mosqueta tan recomendada por todos en cualquier tienda de productos marroquies, me quitó un iphone y me sembró las ganas de volver la próxima vez en moto. A ver si así llego a conocer Chefchahuen, una ciudad a 140 kilómetros de Tánger que dicen que es muy bonita y es el destino de los pachecos ya que es el centro de producción de Hashish.
Si tienen dudas o quieren comentar algo, por favor no se corten y escríbanme algo.
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