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Hurto, no robo

  • Foto del escritor: Laura Iñigo
    Laura Iñigo
  • 16 nov 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 4 abr 2020


Anoche, rumbo a casa de unos amigos, me robaron la cartera. Algo usual que le pasa a los turistas aquí, lo malo es que no me siento turista, llevo dos meses en esta ciudad a la que he venido infinidad de veces y me la conozco lo suficiente como para no caer en la provocación del hurto.

En cuanto me di cuenta, se instaló en mi esa tristeza que atrapa tu autoestima y te hace sentir como la tonta que no tomó las precauciones mínimas para evitar ser víctima del carterista profesional de esta y muchas ciudades de Europa. Hice todo lo que no tenía que hacer, me confié y bajé la guardia de la alerta, saqué el ticket de la cartera en el túnel y me subí al metro dejando mi mochila en la espalda sin que la cubriera mi brazo como normalmente lo hago. Nunca me percaté del momento cuando abrieron el cierre y sacaron la cartera, fue un trabajo impecable.

Me regresé a casa con esa esperanza tan falsa que ahora creo que nos la creamos para evitar que entre el dolor como si fuera un puñetazo en todo tu cuerpo. Me parece que a veces nos protegemos inventando la historia de "¿Y si la dejé en la mesa del comedor?" Al quitarme la venda esperanzadora y cerciorarme que no estaba, marqué a todos los teléfonos posibles para cancelar las tarjetas, me maldije varias veces en el proceso y pensé en lo difícil que sería recuperar mi licencia de conducir de California. Hice una cuenta poco exacta del dinero que llevaba en billetes y volví a "cagarme en todo", como dicen por aquí.

Hoy amanecí de nuevo con este sentimiento mezclado de enojo y frustración repitiéndome una y otra vez que el hubiera no existe. Seguía obsesionada con la licencia de manejo, sobre todo cuando fui a recoger mi moto y me atreví a manejar sin permiso y con la verificación o ITV vencida. Pensé que para mi racha de mala suerte que sentía que traía, después de todo me habían robado y el Barça casi pierde con el Sevilla, seguro me iba a parar un policia.

Me olvidé de la mala racha conforme pasó el día y me tomé una cerveza en buena compañía. Comimos como siempre muy bien y al llegar a casa me puse al día con mensajes y redes sociales. Mi fortuna regresó y me encontré con un mensaje de un chico que había encontrado mi cartera.

Al comunicarme con él me dijo que la había encontrado en las escaleras de la estación y que podía pasar por ella a un bar en el gótico donde trabajaba. Lo más curioso es que me escribió vía facebook porque encontró unas tarjetas de visita de Latinstock. No deja de sorprenderme encontrarme personas como Joao que se tomó la molestia de rastrearme para regresarme mi cartera. Esto rara vez sucede en México y cuando pasa es una gran noticia. Esperemos que con el tiempo sea ya sea lo normal.

Luego me explicaron que es normal que aquí te roben el dinero y tiren la cartera porque si los pillan con ella el delito menor de hurto se convierte en robo y entonces los delincuentes tienen más problemas con la justicia. Pues bendito hurto que me devolvió mi licencia de conducir y mis tarjetas que ya había cancelado.

Solo me queda repetir una y otra vez que cuiden sus carteras y no hagan todo lo que hice yo para evitar un hurto.

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