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Crónica de un silencio

  • Foto del escritor: Laura Iñigo
    Laura Iñigo
  • 21 jul 2020
  • 6 Min. de lectura

He estado muy ocupada estos días con varios temas desconcertantes, en realidad no es que sea tanto pero entre limpiar la casa y trabajar, apenas me queda tiempo para cocinar cualquier cosa y no siempre, atender cosas de oficina y leer, investigar, armar estrategias, escuchar sugerencias, dar las mías y a veces discutir con algún vecino. Hemos pasado por aventuras, se cayeron varias ramas de un hule enorme que tenemos justo frente al salón, es peligroso porque mide unos 10 o 12 metros y ya está viejo, una vecina no dejó que lo podaran y de pronto pasan estos accidentes. Los ventanales de los primeros tres pisos son los que corren más peligro, uno de esos troncos puede romperlos durante su estrepitosa caída. Así que llegaron los bomberos y tuvieron que subir a mover ramas mientras varios vecinos intentamos mantener la calma ante la Administradora que miente por deporte y que además ya contrató abogados para defenderse de algo, no sabemos bien pero seguro sus mentiras y malos manejos la llevan a guardar silencio.

Mi silencio se debe también a las pocas ganas de escribir cuando me siento desilusionada de casi todo. No quiero imaginar la frustración que puede sentir una persona que hace lo mejor posible por manejar una pandemia y a cambio recibe insultos simplemente porque no entienden y no escuchan lo que dicen, ya sin contar a todos los #COVIDIOTAS que se sienten inmortales. No dudo que mi Gobierno mienta en algunas cosas pero eso de decir que todo es culpa del Presidente o del Doctor ya es ridículo.

Cada día que pasa lo siento robado, el simple hecho de no poder salir libremente y ver a quien quiero me pone de malas, no solo la economía personal sino la nacional, la mundial están siendo afectadas por este virus y no puedo dejar de pensar en los más desafortunados. Por ahora el único subidón que he tenido es pelear por la independencia del micromundo vecinal.

Pero a pesar de ese subidón, me abruma todo lo que se ha escondido durante años, el rollo de mentir, esquivar respuestas, esconder todo en medias verdades, eso si que me jode y me hace tomar un papel combativo y de confrontación ante esta situación, todo porque no soporto que me mientan.

Las mentiras me han perseguido toda mi vida y yo sigo, a mi edad, sin entender por qué les parece más fácil mentir, por qué no ven que las mentiras son como bolas de nieve bajando una colina, mientras más mienten o más tiempo pasa, la bola crece y crece.

Los que me conocen bien saben que las mentiras son puñaladas mortales, me matan, me fulminan, y yo no entiendo por qué me hacen tanto daño. Quizá tiene que ver que en mi familia se acumularon las mentiras y había muchos aficionados a ella, el ir conociendo la realidad me llevó a sentirme un poco tonta, pero lo atribui a la edad, era muy joven para entender muchas cosas y para ellos fue mejor mentirme, de alguna forma siempre los he justificado y cubierto bajo el manto de la ignorancia con bordados de inocencia. Yo sí me daba cuenta que las cosas no eran normales, que mi familia no lo era, pero cuando cuestionaba algo, sus mentiras se reforzaban, y ante mi insistencia crecían y crecían hasta que un día explotaron y se armó una buena. Normal.

El problema es que pasé de sentirme boba por la edad, los tiempos y las circunstancias a sentirme idiota cada vez que me sentía engañada. Y algo grave es que he desarrollado una especie de radar que va de la mano de un sentimiento cada vez más intolerante. Termino por descubrir la verdad tarde o temprano, y no me equivoco al pensar que así nos pasa a todos. La verdad se descubre por accidente, por suspicacia, por descuido del mentiroso, o por ese silencio que confirma el mal hacer. Sí, el silencio también es una forma muy sutil de mentir. Pero seguro hay muchas más posibilidades. La mentira se descubre o se sospecha cuando un gobierno se contradice, cuando tu vecino contrata un abogado para cubrirse de algo aparentemente sencillo como es la entrega de la administración o cuando tu pareja resguarda su móvil bajo la almohada y ni siquiera te pregunta qué te pasa porque ya conoce la respuesta y no quiere verse descubierto. Hay que ser muy enredado, no entiendo a la gente que miente y miente. ¿Lo hacen por deporte? ¿Lo hacen igual que los delincuentes bajo la premisa que nunca serán atrapados? ¿Lo hacen por diversión? ¿Por mantener apariencias? ¿Se preguntan si pueden ser pillados? ¿Por qué subestiman tanto a los mentidos? Y no, no sigan disculpándose bajo el argumento que actúan así para no hacerle daño a la persona a la que le mienten. Es una incongruencia enorme, una contradicción del tamaño de una casa, si no quieres hacer daño, no mientas. ¿Es tan complicado? Tengan tantita madre y respeten si tienen algo de humanidad, tengan el valor de decir prefiero irme a seguir mintiéndote. Pero no, me parece que no va de eso, me da la sensación, intuyo, que se hace por un sentido de superioridad o algún complejo, a saber. Los mentirosos siguen siendo un misterio para mi. Algunos dirán que la vida está llena de mentiras pero yo me rehuso a mentirle a la gente que quiero, no quiero traicionarlos y cuando le he hecho daño a alguien por alguna mentira, las pocas veces que lo he hecho, no solo me siento fatal y avergonzada sino que sufro las consecuencias. No se confundan, no es un rollo cristiano ni siento que estoy pecando, simplemente la bolita de nieve crece y crece hasta que termina aplastando a todos. Por eso cuando me mienten, me aplastan y me guardo, me voy a una esquina a lamerme las heridas y me alejo y pongo mi barrera y chao.Algunas veces me sale lo combativa y me voy con todo, peleo, discuto y me voy porque no necesito esa toxicidad, mi reacción depende de quien me mienta. La traición tiene un peso enorme porque uno deposita su confianza en las parejas, la familia y los amigos, y lo que menos esperas es que jueguen con tus sentimientos, que te mientan en la cara, que jueguen al secretismo perverso y que lo hagan por años. ¿Debería ir a un programa de autoayuda?

Hola, me llamo Laura y soy intolerante a la mentira. Quiero aclarar que no a todas, las pequeñas que se usan a veces para no hacer una grosería no me afectan, digamos que si se usan con el fin de ser amables no hay problema, pero si se usan por falta de huevos o por entrar en un juego perverso de poder entonces sí me acaba. ¿A ustedes no? Es muy diferente decirle a una persona mayor que se ve muy bien para su edad a jugar al coqueteo eterno por whatsapp con otra persona teniendo a tu pareja al lado. O a esconder y maquillar números a la gente que ha confiado en que administres un edificio durante años. Hay matices y diferencias, y no importa si la mentira es pequeña, también puede ser letal si viene de una persona cercana. Si me miente el Gobierno me jode, si me miente la vecina me hiere y si lo hace mi pareja me mata, no importa el tamaño de la mentira.

Esta alergia a las mentiras me recuerda siempre a mi padre y su repelús a las moscas, las odiaba tanto que siempre llegaba una cuando él se sentaba a comer. Era inevitable y hasta divertido para nosotros, a él se le encendían las orejas en cuanto la veía.

Quizá a algunos les parezca divertido jugar a las mentiras, al cuchicheo lastimero, al flirteo cachondo y amoroso, pero no, no es divertido y normalmente tiene consecuencias, a veces no son inmediatas, ahí están los que han tenido que renunciar a su carrera política o los que son despedidos por grabaciones con sus amantes que han sacado en la radio, aquí tenemos una señora que ha terminado con su reputación en los suelos y con el miedo en el cuerpo. Todos estos personajes no solo han terminado con sus sueños o sus carreras sino han destrozado a sus seres queridos, se pierde el respeto, la confianza y se apaga el cariño. Y todo ¿para qué? Para vivir su vida en paranoia pensando que se serán descubiertos, no se separan de su teléfono, borran mensajes, cambian sus claves, se sienten perseguidos, será que algo esconden, No hay diferencia entre un político, un administrador o uno que engaña a su pareja, todos viven bajo el terror de ser descubiertos. Que horror vivir así.

¿Se sienten poderosos jugando al misterio? ¿Les da vidilla mandar mensajes subliminales frente a las narices de su pareja? ¿Creen que nadie se da cuenta? Si les gusta la adrenalina les recomiendo mejor que se tiren de un avión con paracaídas o se suban a una moto y dejen a sus seres queridos en paz.


El silencio se debe a la desilusión y al cansancio, a estar luchando contra la mentira y a buscar la manera de protegerme, y una de ellas es escribiendo, así que en el fondo mi silencio es una contradicción a gritos.

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