La gran decepción

Ya más o menos sabía que mi viaje sería una aventura no por el destino sino por la convivencia, mis nervios comenzaron cuando días antes de salir de México nos pusimos a ver fotos del sitio de Lisette y me topé con ella y sus amigas haciendo una seña que me parece muy ordinaria, es la de poner los dedos en V de victoria frente a la boca y sacando la lengua, me parece muy baja y no le encuentro la gracia. Había muchísimas fotos así, todos riendo y pasándola aparentemente muy bien, todas como de un club de algo porque llevan chamarras de cuero con sus nombres atrás, parecidas a las que usan los bikers de Harleys.

Tenía claro que viajaba con personas de diferentes costumbres. Pero la gran decepción no se genera por sus hábitos o su manera de expresar euforia con sus amigas, viene de la poca experiencia que le veo manejando moto.

Si una persona va hasta la Patagonia pienso que es porque tiene mucha experiencia en manejar una moto. Entiendo que no es lo mismo manejar una moto tuya a manejar una prestada, que es el caso de Lisette, pero aún con una moto ajena o nueva como es mi caso, tardas un par de días en acostumbrarte a ella y vas agarrándole el modito, le vas tomando confianza. Al principio pensé que Lisette se estaba acostumbrando a la moto prestada y quizá su proceso de adaptación era más lento que el mío, muy entendible que pase esto, el problema es que a medida que pasaron los días me fui percatando que no tiene nada que ver con adaptarse a la moto, es más bien una falta de técnica y de seguridad, una combinación peligrosa, diría que letal.

La primera señal que yo llamo del creador divino y que no pelé fue el día que la conocí. Fuimos a Tepoztlán y para regresar a la carretera, el camino más corto y rápido es por una calle empedrada muy empinada, ella paró su moto y me preguntó si no había otra manera de salir, tuvimos que dar la vuelta por el centro y tardamos horas porque había un tráfico infernal. Pensé que era raro pero no puse mayor atención.

Las otras demostraciones de su falta de técnica fueron, desgraciadamente, durante este viaje. Aquí les paso una lista:

-No sabe retroceder sin ayuda, Edith tiene que jalarla aunque la moto no esté en una pendiente.

-No sabe tomar curvas, las toma muy pegada a la raya del carril contrario y ya he visto varias veces como se asusta cuando viene un carro en ese carril.

-Las curvas cerradas le dan pánico, frena muchísimo y si la curva está en una pendiente simplemente se atora a la mitad y frena por completo. Ya he tenido que bajarme de mi moto, subirme a la suya y sacarla de ahí.

-No puede apreciar el paisaje y manejar a una velocidad media, ya no digamos rápida porque ella dice que no maneja arriba de 120 km por hora. En los Alpes tardamos once horas porque venía a 60 km por hora!

- No sabe estacionar la moto, normalmente la mete así como llega, no mide espacios y casi siempre hay que ayudarla a acomodarla o sacarla.

- No puede dar una vuelta en u si la calle es estrecha, nos hemos encontrado con varias calles cerradas y hemos tenido que retroceder, me ha pedido que de las vueltas por ella. Eso implica bajarme de mi moto, ayudarla a bajar de la suya, subirme a su moto, dar la vuelta y dejársela en una posición fácil para arrancar, bajarme y volverme a subir a la mía. Uff! Nada más de contarlo ya me cansé!

- No sabe subirse a una banqueta europea que no mida más de 5 centímetros. Es desesperante! Tengo que hacer el proceso explicado arriba.

-No rebasa con seguridad, a veces empieza a rebasar y se arrepiente a la mitad, baja la velocidad y se vuelve a poner atrás del camión. ¡Peligrosísimo!

Al principio de este viaje yo iba atrás de ella y me la pasaba diciendo, madre mía, madre mía, que hace esta mujer. En los últimos días he decidido irme por delante, y ella me lo agradeció, me dejó claro que le pone nerviosa que yo vaya atrás, se siente presionada. Ante todo la seguridad y prefiero ir adelante, por la mía y la suya.