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La música de las calles es la de mi infancia. Semana 5.

  • Foto del escritor: Laura Iñigo
    Laura Iñigo
  • 27 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Ahora que la mayoría estamos guardados en casa, tenemos la oportunidad de escuchar a los músicos en la calle, imagino que han aumentado a partir del confinamiento.

Por nuestra calle han pasado varios instrumentos y a todos intentamos agradecerles con algo de dinero, a veces también les ayudamos a rescatar billetes que se quedan atorados en el balcón de arriba. Eso quiere decir que hay vecinos que al igual que nosotras también los valoran y les agradecen a la marimba, al organillero, al saxofonista y por su puesto a la banda que nos regalan su música casi a diario.


Los disfrutamos mientras tomamos el sol o comemos, casi siempre caen entre la una y las cuatro de la tarde. Ya para esa hora el vecino del edificio de al lado salió al balcón a fumar una mota que huele a carísima y nos ha horneado, el humo entra por la ventana de la habitación y recorre toda la casa. Si tenemos la puerta del balcón abierta también nos llega su aroma hasta el estudio, aunque ahí entra con menos intensidad.


El punto es que ya cuando llegan los músicos estamos más a tono porque algo de esa mota tan viajera se debe quedar en nuestros cuerpos. A lo mejor todo es parte de imaginación y creo que estoy muy colocada, lo que sí se es que a mi la música siempre me coloca en algún lugar, y esta música de la calle me lleva a mi infancia.

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Recuerdo muy bien haber escuchado y visto por primera vez en mi vida un organillero, fue en la calle de Motolinia donde mi madre tenía un café en pleno centro de la #CDMX, cuando se llamaba "El DF" y yo tendría unos 5 años. Me impresionó mucho ver esa caja de madera tan bonita que producía música moviendo un . ¿Sabían que llegaron a México en la época de Porfirio Díaz? Los trajeron unos alemanes que tenían una tienda de instrumentos musicales y se dedicaron a alquilar los organillos a la gente para que sacaran dinero. En 1975, se creó el sindicato de organilleros y fue cuando empezaron a usar esos uniformes color caqui que tan bien los representa, dicen que son en honor al ejército de Pancho Villa y ahora sólo hay 120 organilleros en México. Hoy descubrí que Agustín Lara escribió una canción al organillero.


A la Banda de pueblo, no sé de qué otra forma llamarla, la conocí en el quiosco del centro de Cuernavaca, cuando íbamos algún fin de semana a esta ciudad a mi padre le gustaba desayunar en el café Vienés que se encontraba frente al Jardín Juárez y, mientras él escribía por horas en el café, nosotros paseábamos por el jardín y escuchamos más de una vez a la banda que tocaba en el quiosco, esa banda era grande, tenía varias trompetas, una tambora, un trombón y no recuerdo qué más. La que viene aquí tiene una trompeta, un clarinete, una tarola y un bombo. Suficiente para saber que ahí viene la banda. Dicen que surgieron en las comunidades en la mitad del siglo 19 queriendo imitar a las bandas militares. Suelen interpretar sones, marchas, danzones, valses, corridos y pasos dobles.


La marimba es, para mi, un referente de los portales del Puerto de Veracruz, ahí también pasamos muchas tardes durante mi infancia y sobre todo en mi juventud. Siempre había una marimba tocando, la gente bailando y nosotros recorriendo toda la plaza buscando comprar algún juguete o un dulce. Ya de mayor fuí muchas veces y en lugar de consumir dulces escuchando a la marimba, nos dedicamos más a las bebidas espirituosas. Yo he cambiado y la marimba también, dicen que desde sus inicios hasta ahora han surgido muchas versiones. A México llegó vía Guatemala en donde es considerada un símbolo patrio, se jactan de haberla inventado. Pero hay un documento de 1545 que dice que los indígenas de Chiapas tocaban una especie de marimba. A Tabasco llegó gracias a unos esclavos negros que escapaban de los españoles y en una aldea conocida como Mactun los mayas y los africanos construyeron las primeras marimbas. Me encanta la idea de la mezcla de dos razas construyendo marimbas y bailando. Con eso me quedo ahora en mi memoria.


Les dejo este video que es cortito y no tiene gran ingenio, es solo para compartir la música que escuchamos, disculpen ustedes la cantidad de cables que tenemos y que nos impiden tener una vista más limpia, desafortunadamente es la vista más fea que tenemos en la casa. Si quieren reclamar los acompaño con gusto, a ver si de una vez el Gobierno de la #CDMX se decide a guardar todos los cables bajo tierra. Seríamos muy felices.

#QuédateEnCasa y dime que música llega a tu ventana.

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