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Los días son más densos. Semana 7.

  • Foto del escritor: Laura Iñigo
    Laura Iñigo
  • 9 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 13 may 2020

Los días se vuelven más densos, hay que limpiar la casa, lavar ropa, trabajar, hacer la comida, lavar trastes, ver a López-Gatell, volver a lavar platos, poner otra lavadora, escribir mails, pagar impuestos, hacer reportes, leer los avances de novela de compañeros de curso, escribir mis propios avances, reescribirlos y volver a escribir. Hay que contestar todos los mensajes del whatsapp, crecen los grupos, algunos ya los ignoro, otros son de suma importancia a pesar de ser nuevos, hay tareas específicas, no todo es socializar, pero también hay que hacerlo porque si no perderemos la cabeza. El zoom de las amigas, el zoom de la fiesta sorpresa, el zoom de la familia, reencuentros, emociones, recuerdos, todo se acumula. Hay que responder los mensajes del facebook, algunos son guiños y saludos con buenos deseos, otros son provocadores y hasta groseros. Esta semana tuve la mala fortuna de toparme con una señora, mi fan tóxica, la primera, me insultó dentro del muro de una amiga y se metió al mío para insultarme, se siguió con mis amigos, todo por nuestras creencias políticas, luego nos bloqueó. Fue como un huracán, todo duró unas horas. Hay una oposición tan rancia que da vergüenza, como lo dije en su momento. "Amigos amarren a sus perros porque algunos tienen rabia". Si, ya se que yo también voy provocando con estos comentarios (insertar carita de emoticon con los ojos hacia arriba). Lo dicho, los días están más densos.


Esta semana hemos encontrado nuevamente el queso oaxaca, regresa la alegría al hogar, teníamos algunas imitaciones pero ninguno al nivel del carrito. El señor del queso pone su camioneta en la misma esquina pero sin puesto, abre la cajuela (el maletero) y nos comenta que las ventas han bajado pero por lo menos le dejan vender algo. Aquí ganamos todos, el vende y nosotras disfrutamos del mejor queso oaxaca de México.

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El famoso queso oaxaca

A pesar de que se puede ir al súper y no hay estado de alarma ni ningún tipo de restricción, usamos nuestro sentido común y salimos lo menos posible. Ayuda mucho vivir en un mundo conectado en donde podemos pedir todo en línea. Ahora me viene a la mente el comentario de una amiga hace años: "Y yo para qué quiero aprender el internet si nunca lo voy a usar". Quién le iba a decir a mi amiga que lo usaríamos para pedir de todo, menos cervezas que no hay, comprar frutas y verduras a pequeños agricultores, elegir carne, pescado y mariscos y pedir el vino blanco, tinto, ginebra y todo lo que es de primera necesidad para sobrevivir el confinamiento. Todos sabemos que comer y beber diluye la densidad de los días, esos a los que a veces los veo con una capa de grasa que se mueve con pesar. ¿Me estaré reflejando? No lo dudo.

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Las frutas de pequeños productores

Además del queso, que en realidad lo trajo Pilar, nos llegó todo lo necesario con diferencia de días. Tenemos la casa llena y no nos hace falta más que las ganas de empezar a preparar buenos platos. El domingo hice un arroz con camarones, no quedó como me hubiera gustado pero por lo menos le puse ganas. Debo confesar que hay días densos en donde me da igual lo qué comer, es triste pero a veces no quiero cocinar ni escribir ni socializar, a veces quisiera irme en la moto y perderme por horas siguiendo un camino nuevo.

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El arroz con camarones

No puedo salir en moto así que la única salida peligrosa que tengo es el alcohol, el viernes, en una fiesta de cumpleaños por zoom, me emborraché, más bien me envenené con el vino blanco. Bebí, baile, balbuceé y me fui a la cama a las 6 de la tarde con dolor de cabeza y sin poder moverme. Sí bebí pero no para sentirme así de mal, por eso creo que me intoxiqué en plan veneno. Quizá el vino no era tan bueno, o yo ya no estoy tan bien de la cabeza, seguro son estos días que cada vez son más densos.

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